jueves, 5 de junio de 2014

Diario de un pecador...


No hay nada más terrorífico que aquellas personas que se creen los brazos de Dios…


Ellos no lo entienden. No son capaces de llegar al súmmun de la sabiduría en que yo me encuentro. No son capaces de volar por encima de las montañas, ni  siquiera tienen la percepción de ver más allá de sus narices. Obsoletos en su mundos podridos, pusilánimes de unas creencias gastadas, mal entendidas y peor ejecutadas. ¿Qué me pueden ofrecer? si no conocen el poder que tiene el don asignado… ¿Qué puedo explicarles? si me miran con ojos de furia, si chorrean por sus poros las ganas de acabar conmigo, mientras sudan  miedo y vomitan palabras inconfesas entre labios. Ellos no tienen este don, a ellos no les fue entregado. ¿Cómo va a entregar el gran Señor ese poder a unos esclavos pecadores, enfermos, tullidos e impotentes? Una raza inferior que pugna por subir peldaños arrastrándose entre babas y resbalando por ellas… ¡no!
El don sólo le es otorgado a pocas personas en el mundo, estamos contados, somos seleccionados desde antes de nacer. En el vientre de nuestra madre empieza el gran proceso que nos convierte en los elegidos del Señor. Somos su brazo ejecutor, el que no tiembla, el que sabe que lo que hace está bien hecho y será compensado con la eternidad. Con el paraíso, con las alas metálicas de los ángeles para poder seguir fecudandando desde los cielos los vientres cargados de fetos que solo merezcan la dignidad del sacrificio. Arrastrando en su nacimiento la vida que les ha dado vida, llenándose de muerte antes de romper con el primer llanto que anuncia al mundo que hay un nuevo salvador entre vosotros. Son pocos, muy pocos, pero vale la pena…
Creen que tengo miedo ante la muerte, ante lo que me dio mi propia vida y, me la muestran como amenaza, cuando yo sé mejor que nadie que es la liberación y el camino a esa promesa. Todos ellos la temen, el miedo los paraliza…son como gusanos arrastrándose, pidiendo clemencia para que les sea permitido vivir un día más. Les arrancaría el corazón y se los mostraría latiendo todavía, caliente en mis manos, para contemplar por un segundo sus ojos llenos de espanto e incomprensión. Limpiar la sangre en mi cuerpo y notar su calor, el poder en mis manos, el olor a vida…dulce y metálica, templada y sublime.
Sois  meros peleles que no tenéis la comprensión de entender mi obra. ¡Mi obra! Mi magnifica obra, la limpieza que os he regalado a las ordenes de mi Señor.
Yo me crié con un mezquino. Con un borracho tullido que nunca entendió nada, nada más que la conversación que tenía con la botella. Me culpaba diariamente de la muerte de mi madre, sin entender que ella sabía que llevaba a un liberador dentro, que era su cometido, su obligación es extinguirse para darme la vida a mí. A mí, que soy la pureza absoluta, el fiel reflejo de Aquél que me eligió.
No me costó mucho arrancarle las tripas llenas de alcohol y metérselas en la boca. En esa boca infecta que escupía veneno y traición. Su puta borrachera sería eterna.
 Fue una tarea fácil, mi primera tarea. Fue mi primera orden. Mi mano no tembló, mis piernas no desfallecieron,  mis ojos no se cerraron, mi boca no habló. Solo obedecí y bien sabe Él que me sentí dichoso y satisfecho.
Después he obedecido unas cuantas más… zorras, borrachos como mi padre, enfermos, tullidos, gente que no merece el aire que respira. Que son una lacra para esta sociedad que está llena de basura, infectando las almas puras como la mía.
¿Qué me podéis ofrecer vosotros a mí? Vosotros mortales infames, blasfemos, que no llegáis ni siquiera a saborear el regusto de triunfo una sola vez en la vida.
Yo tengo el poder, yo soy el poder…
Ante mí se exponen las últimas miradas, las últimas suplicas. Yo soy… ¡el poder! Yo arranco la vida y se la muestro fresca a sus cuencas delirantes anunciándoles en  una fracción de segundo que su muerte los aguarda…
La dócil muerte, la benevolente, esa que  terminará con su dolor y sus miserables existencias.
Mañana tendré mis alas y desde las alturas formaré a otro liberador.
Que el Señor perdone  si alguna vez le he fallado, si alguna vez he dudado, esta noche le pido perdón y me preparo para el reencuentro con mi creador.
Vosotros me quitareis la vida, pero Él me espera para darme una mucho más placentera y mucho más victoriosa.

PD…A las ocho de la mañana fue ejecutado con la inyección letal, acusado de más de una veintena de asesinatos a lo largo de su vida. En su celda se encontró un diario roto donde solo dos hojas se podían leer con claridad. Este perdón a Dios, un rosario y una foto de su madre antes de que él naciera…

*Rocío Pérez Crespo*